Introducción
Uno de los temas que se debate con fuerza hoy en día es hasta qué grado las Escrituras están inspiradas por Dios. La inspiración es necesaria porque confirma la naturaleza de la revelación especial de Dios a través de las Escrituras. Por inspiración de las Escrituras entendemos la influencia sobrenatural del Espíritu Santo en los autores de ellas, para que ofrecieran en sus escritos un informe fiel de la revelación o para que lo que escribieran realmente fuera la Palabra de Dios. En esta lección estudiaremos la obra magna del Espíritu Santo a través de su inspiración en todo el proceso de la revelación de Dios.
EL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO
El ser humano tiene la continua e imperiosa necesidad de conocer, es algo intrínseco en él, reflejo de la imagen de Dios: ¿Quiénes somos? ¿qué es el mundo? ¿por qué estamos aquí? ¿quién es Dios? ¿cómo son el mundo y el universo?, etc. Quien rechaza la revelación de Dios está condenado a no conocer la Verdad trascendente, pues allí encontramos las respuestas a ésta y a otras preguntas fundamentales. El hombre que conoce a través de la revelación de Dios posee un fundamento firme y eternamente inalterable. Dios se ha revelado en su palabra, y su Santo espíritu es el agente divino de la revelación. Su obra tiene que mostrar la verdad divina la revelación general, con la inspiración de la revelación especial en las Escrituras, y con la iluminación actuando en la interioridad del hombre para que pueda ver y creer las verdades declaradas en ambas revelaciones.
TEORÍAS DE LA INSPIRACIÓN
La teoría de la intuición hace que la inspiración sea en gran medida un asunto de un alto nivel de perspectiva. La inspiración es el funcionamiento de un gran don, quizá casi una habilidad artística, pero no obstante un atributo natural, una posesión permanente. Los autores de las Escrituras fueron genios religiosos. Según esto, la inspiración de los autores de las Escrituras no era esencialmente diferente a la de otros pensadores religiosos y filosóficos, como Platón o Buda. La Biblia es pues una gran literatura religiosa que refleja las experiencias espirituales del pueblo hebreo.
La teoría de la iluminación mantiene que hay una influencia del Espíritu Santo sobre los autores de las Escrituras, pero implicando sólo una intensificación de sus poderes normales. No hay una comunicación especial de la verdad, no hay guía en lo que se ha escrito, sino únicamente una sensibilidad y una percepción incrementada en lo que se refiere a los temas espirituales. El efecto del Espíritu es intensificar o elevar la conciencia del autor.
La teoría dinámica enfatiza la combinación de los elementos divinos y humanos en el proceso de inspiración y escritura de la Biblia. El Espíritu de Dios obra dirigiendo al escritor hacia los pensamientos o conceptos y permitiendo que la personalidad distintiva del propio escritor aparezca en la elección de las palabras y las expresiones. Por lo tanto, el escritor dará expresión a los pensamientos dirigidos divinamente de una manera única y característica según su persona.
La teoría verbal insiste que la influencia del Espíritu Santo se extiende más allá de la dirección de pensamiento, hasta la selección misma de las palabras utilizadas para expresar el mensaje. La obra del Espíritu Santo es tan intensa que cada palabra es la palabra exacta que Dios quiere que se utilice en ese momento para expresar el mensaje.
La teoría del dictado es la enseñanza de que Dios realmente dictó la Biblia a los escritores. Los pasajes donde el Espíritu es representado como alguien que le dice al autor exactamente lo que tiene que escribir se consideran que son aplicables a toda la Biblia.
Concluimos que la inspiración era verbal, extendiéndose incluso a la elección de las palabras. Sin embargo, no era meramente verbal, ya que a veces las ideas pueden ser más precisas que las palabras disponibles. Ese fue, probablemente, el caso con la visión de Juan en Patmos, que produjo el libro del Apocalipsis.
En este punto se plantea generalmente la objeción de que si la inspiración se extiende hasta la elección de las palabras se convierte necesariamente en dictado. No estamos de acuerdo con esta idea y aquí debemos señalar que los autores de las Escrituras, al menos en los casos en los que conocemos su identidad, no eran nuevos en la fe. Habían conocido a Dios, aprendido de él y practicado la vida espiritual durante algún tiempo. Por lo tanto Dios había estado obrando en sus vidas durante algún tiempo, preparándoles a través de una amplia variedad de experiencias familiares, sociales, educativas y religiosas, para la tarea que iban a realizar. (E Millard, “Teología Sistemática”)
LA REVELACIÓN GENERAL
Es posible conocer algunas características de Dos observando la naturaleza: “Los cielos cuentan la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos” (Salmo 19:1); sin embargo esta revelación no es suficiente para conocer todo lo que Dios quiere que sepamos de Él: La salvación, sus propósitos, voluntad y justicia, nuestro destino eterno. Esta revelación nos hace inexcusables ante Él. (Ro 1:18 ss.). Desde aquí notamos la obra del Espíritu en los redimidos al darles la sensibilidad para efectivamente ver el poder y magnificencia divinas en la creación, y mover sus corazones a la alabanza y adoración a Dios. (Salmos 8, 19, 24, 29, 66, etc.)
LA REVELACIÓN ESPECIAL
“La revelación especial es “la plasmación lingüística de la intencionalidad de Dios”. Esto quiere decir que todo lo que Dios quería que nosotros supiéramos acerca de sus pensamientos, sentimientos, designios, propósitos y planes lo puso en forma de lenguaje humano. O sea, tomó nuestra manera de hablar, con palabras, frases, cláusulas, oraciones, párrafos, etc., o sea, materia fónica, gramática y unidades de sentido (sencillas, complejas y superiores) para comunicarnos precisamente lo que Él Mismo quería que escuchásemos. La estructura de la revelación especial es lingüística.
El proceso por el cual los pensamientos de Dios (los que Dios quiere que nos lleguen), se llama inspiración, y Dios lo hace por distintas maneras. La inspiración quiere decir que lo que Dios comunica por este proceso es la Palabra de Dios misma. Pablo lo dice en su segunda carta a Timoteo (3:16) cuando afirma que “toda la Escritura es inspirada por Dios”. La palabra “inspirada” en griego es “theo pnuestos” y hace referencia de cómo el ser humano habla, haciendo pasar su respiración sobre sus cuerdas vocales y las hace vibrar… Lo emplea como una analogía. Dios usa los medios humanos para hacer oída su voz.
Pedro habla de otro aspecto del proceso. Los traductores usan la misma palabra en la traducción. En II Pedro 1:21 “santos hombres de Dios hablaron, siendo inspirados por el Espíritu Santo”. Sin embargo, la palabra en griego es diferente, es feromenoi. “Feromenoi” quiere decir siendo llevados, siendo cargados, sostenidos, que quiere decir que Dios mismo los llevó en sus manos para decir su Palabra, que por supuesto, vino de Él. Esto también es inspiración, o mejor dicho, las dos palabras juntas nos dan la idea más completa de la inspiración, ya que cada palabra hace resaltar una faceta de la inspiración”. (G. Nyenhuis, Naturaleza de la inspiración y la teología).