Introducción
La Biblia utiliza el término “Hijo de Dios” en por lo menos tres sentidos diferentes. Aplica este título a Jesucristo, al hombre en general y al hombre regenerado, al cristiano. El Santo Espíritu desempeña un papel importante en cada una de estas filiaciones. Estudiemos estos tres casos para entender su importancia.
LA FILIACIÓN DE CRISTO.
A) Filiación Trinitaria. Cuando pensamos en Jesús como Hijo de Dios, pensamos ante todo en su divinidad, ya que es el Hijo eterno del Padre y junto con el Espíritu Santo forma la Trinidad.
B) Filiación Mesiánica. Jesús es el Hijo de Dios no sólo en cuanto a su relación trinitaria, sino también por su misión mesiánica: Por amor, el Padre envió a su Hijo para que redimiera a la humanidad (Jn 3.16). Cuando el ángel anunció a María que Jesús sería Hijo del Altísimo, le explicó este título diciendo que “el Señor Dios le dará el trono de David su Padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre” (Lc 1.33). Durante la última cena, Jesús asignó a sus discípulos un reino “como el Padre me lo asignó a mí” (Lc 22.29). Para todo ello fue necesaria la encarnación del Hijo de Dios, sobre quien descendió el Espíritu Santo no sólo en su concepción, sino en su bautismo y en todo su ministerio (ver lección 6). “Este es mi Hijo amado en el cual tengo complacencia” (Mt 3.17). El Espíritu Santo fue la Persona de Dios que fortaleció a Jesús para resistir la tentación, predicar el evangelio, hacer milagros, cumplir la redención y ser alzado en gloria.
C) Filiación por nacimiento. Debido al acto sobrenatural de la concepción por parte del Espíritu Santo, Jesús se llamó Hijo de Dios: “El santo Ser que nacerá será llamado Hijo de Dios” (Lc 1.35). Jesús no tuvo un padre humano, su paternidad se remonta a Dios mismo.
D) Filiación Ética. En este sentido ético-religioso, a diferencia de sus filiaciones intratrinitaria, mesiánica y por nacimiento, Jesús es también Hijo de Dios. Esto tiene que ver con su naturaleza humana, pues no sólo es Dios omnipotente, sino verdadero hombre. Como ser realmente humano rindió culto al Padre y tuvo relación íntima con él. En esta filiación ético-religiosa, Jesús también dependió del Espíritu Santo, en cuanto a que es hombre. Como vimos en el capítulo anterior, la gracia de Dios estaba sobre él (Lc 2.40) en la Persona del Espíritu Santo: “ Espíritu de sabiduría y de inteligencia, Espíritu de consejo y de poder, Espíritu de conocimiento y de temor a Jehová” (Is 11.2)
FILIACIÓN POR CREACIÓN.
Ahora tratamos la expresión Hijo de Dios en un sentido diferente y es en relación con la creación, pues es Padre de todos los hombres, por cuanto él los hizo. Génesis 1 nos refiere que el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios, es decir, es como Dios en cuanto a que es un ser espiritual que posee mente, voluntad y emociones. Es así que Pablo en el Areópago cita con aprobación al poeta pagano Arato cuando dice “Porque linaje suyo somos”, es decir, somos hijos de Dios (Hch 17.28). En Hebreos 12.9 leemos que Dios es “Padre de todos los espíritus” refiriéndose a todos los hombres, sean o no redimidos. Aquí también vemos la obra del Espíritu de Dios, pues él es quien dio vida al hombre. La Tercera Persona es quien dota a todos los hombres de su naturaleza espiritual para que tengan vida y ejerciten los dones que el Espíritu mismo les repartió.
LA FILIACIÓN DEL CRISTIANO
Demos un paso más. Si bien en cierto sentido somos hijos de Dios por haber sido creados por él, ahora pensemos en la filiación que disfrutamos por haber sido elegidos por Dios desde la eternidad para ser sus hijos. Esta es la relación que nos permite que al orar le llamemos “Padre nuestro”, esta es la potestad que todos los que le recibieron, los que creen en su nombre, tienen de ser hechos hijos de Dios (Jn 1.12), este es el fruto del amor divino que nos sorprende: “¡Mirad cuál amor nos ha dado el Padre que seamos llamados hijos de Dios!” (I Jn 3.1). Hay dos aspectos a considerar en este asunto: La filiación por regeneración y la filiación por adopción.
A) FILIACIÓN POR REGENERACIÓN
Ésta tiene que ver con la recuperación de la imagen de Dios con la que fuimos creados. Por el pecado, esa imagen de Dios en nosotros fue lastimosa y drásticamente corrompida y desfigurada; sin embargo, no se perdió del todo. Cuando a partir de que fuimos regenerados por el Espíritu de Dios dándonos nueva vida y “volvimos a nacer”, como vimos en la lección 7, tuvo lugar un milagro que nos conduce a la salvación: Nuestros pecados son perdonados, somos justificados por la obra de Cristo, somos hechos hijos de Dios e iniciamos la marcha en el camino de santidad, durante la cual somos guardados y guiados por el Santo Espíritu. Somos “revestidos del nuevo hombre, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno” (Col 3.10).
Pablo dice que como Dios predestinó al cristiano para que fuera conforme a la imagen de du Hijo (Ro 8.29), los creyentes son “transformados de gloria en gloria en la misma imagen” (2 Co 3.18). Pedro utilizando una metáfora, dice que los cristianos son participantes de la naturaleza divina (2 P 1.4). Desarrolla más esta semejanza al describir a los cristianos como “habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia”. Debido a esta semejanza, el cristiano es llamado hijo de Dios .“Sabemos que todo aquél que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquél que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca.”(I Jn 5.18) . Esta es la filiación en el sentido regenerador.
B) FILIACIÓN POR ADOPCIÓN
En la filiación por adopción para el cristiano, el Espíritu Santo también desempeña un papel importante. La regeneración es una acción milagrosa que ocurre dentro del hombre al principio de su vida cristiana, y le hace íntima y personalmente hijo de Dios; por el contrario, la adopción es un acto legal que ocurre fuera del hombre por la cual es adoptado y declarado hijo de Dios. Como tal, hereda la vida eterna porque “el Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados” (Ro. 8.16,17). Cerramos esta sección con el texto de Gálatas 4.4-6: “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!”
CONCLUSIÓN
Ya conocemos ahora tres acepciones que la Biblia usa para los términos “Hijo de Dios” e “hijos de Dios.” También hemos notado siete instancias que nos ayudan a comprender más ampliamente su significado. Jesucristo, el Hijo de Dios lo es en sentidos trinitario, mesiánico, en términos de su encarnación y también desde la óptica moral. Respecto de los hombres, podemos decir que todos son hijos de Dios, por cuanto él los creó; pero sólo los redimidos pueden disfrutar de la paternidad espiritual de Dios, cuando les regenera, santifica y ha preparado una herencia para ellos por cuanto son herederos juntamente con Cristo, sólo por su gracia.