Introducción
Cada día tomamos decisiones, algunas de ellas muy importantes y trascendentes. Es una preocupación legítima del cristiano contar con la guía y dirección de Dios para tomar las decisiones correctas de acuerdo con su voluntad, especialmente en los asuntos significativos. Es probable, sin embargo, que al enfrentar tales situaciones estemos desconcertados respecto de lo que Dios quiere para nosotros. Podemos caer en confusión, malos entendimientos, pretender revelaciones o señales especiales y aun caer en la superstición. Eso no es propio del cristiano, por lo que es importante que conozcamos qué enseña la Biblia sobre este punto pero también debemos saber lo que no enseña, para conducirnos con fe y certeza.
LA VOLUNTAD PRECEPTIVA DE DIOS (LA LEY MORAL)
En la Palabra encontramos la voluntad manifiesta de Dios para nosotros. No hay duda, pues sabemos lo que le agrada y lo que le ofende. Sabemos así que Dios es santo y que sus ordenanzas y mandamientos son justos y buenos. Nos referimos no sólo al decálogo sino a todas las expresiones de su voluntad divina. El Salmo 119 es un gran poema que describe las excelencias de la Ley de Dios, y el salmo 19.7-11 hace una magnífica descripción resumida de la Ley y de los beneficios que trae al corazón del redimido:
La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo. Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón; El precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos. El temor de Jehová es limpio, que permanece para siempre; Los juicios de Jehová son verdad, todos justos. Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado; Y dulces más que miel, y que la que destila del panal. Tu siervo es además amonestado con ellos; EN GUARDARLOS HAY GRANDE GALARDÓN.
La Ley de Dios fue dada a su pueblo en el Antiguo Testamento y le llama, instruye y ordena constantemente que la guarde a través de las generaciones: “Estos, pues, son los mandamientos, estatutos y decretos que Jehová vuestro Dios mandó que os enseñase, para que los pongáis por obra en la tierra a la cual pasáis vosotros para tomarla; para que temas a Jehová tu Dios, guardando todos sus estatutos y sus mandamientos que yo te mando, tú, tu hijo, y el hijo de tu hijo, todos los días de tu vida, para que tus días sean prolongados. Oye, pues, oh Israel, y cuida de ponerlos por obra, para que te vaya bien en la tierra que fluye leche y miel, y os multipliquéis, como te ha dicho Jehová el Dios de tus padres.” Dt 6.1-3
En el Nuevo testamento, Jesús también enseña la obediencia a los mandatos de Dios: “El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él” (Jn 14.23). Las cartas apostólicas abundan en exhortaciones de este tipo para andar en novedad de vida: “Amado, no imites lo malo, sino lo bueno. El que hace lo bueno es de Dios; pero el que hace lo malo, no ha visto a Dios”. III Jn 11
Ya sabemos que la vida del redimido se caracteriza por las buenas obras, las cuales por acción del Espíritu Santo (1) surgen de un corazón redimido, (2) tiene por norma la Ley de Dios y (3) su propósito es glorificar a Dios. Así pues, que nadie se engañe en cuanto a las decisiones morales : Al buscar la voluntad de Dios, la Palabra es explícita: “El que dice que es de él, debe andar como el anduvo” (I Jn 2.6). Conocer la voluntad de Dios es una razón muy importante para leer, estudiar, memorizar la Biblia. “En mi corazón he guardado tus dichos para no pecar contra ti.” Sal 119.11
LA DIRECCIÓN PROVIDENCIAL DE DIOS
Aquí es probablemente donde surgen la incertidumbre y la necesidad de también ser guiados por el Espíritu de Dios, cuando no está implícito un conflicto moral, sino cuando debemos decidir entre dos o más opciones buenas y queremos hacer no sólo lo mejor para nosotros y nuestra familia, sino también para la gloria de Dios. Por ejemplo: tomar una decisión médica, aceptar o cambiar de trabajo o residencia, iniciar o no una relación matrimonial, la elección de una carrera profesional, etc. En el campo espiritual también se presentan casos similares en cuanto a las posibilidades en el servicio cristiano y las responsabilidades que implican.
Recordemos en primer lugar que los hijos de Dios vivimos bajo su providencia pues todas las cosas ayudan a bien a los que le aman, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.( Ro 8.28). Hay sin embargo varios errores que resultan de no observar el principio bíblico de que el Espíritu guía al cristiano en forma infalible sólo por medio de la Biblia. Jesús dijo: “Cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda verdad.” (Jn 16.13); Pablo escribió: “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios” (Ro 8.14). Debemos evitar errores como los siguientes:
A. No debemos identificar ciertas circunstancias o situaciones del pasado como indicadores indiscutibles de la providencia de Dios como si fueran señales para que andemos por tal o cual camino.
B. Tampoco podemos poner a Dios a prueba para saber su voluntad. Reclamar señales es anti-bíblico pues equivale a requerir revelaciones especiales de Dios. En el AT, Dios en su soberanía obró ocasionalmente así (Gedeón y el vellocino, Felipe y el etíope, la negativa del Espíritu para que Pablo fuera a Bitinia), y sin duda Él es libre de hacerlo, pero ésta no es la norma. La revelación está concluida.
C. Las “corazonadas” o intuiciones espirituales no son en muchas ocasiones sino maneras de reforzar o justificar nuestras intenciones o deseos personales, como si vinieran de Dios.
D. Algunas personas juegan al azar con los textos bíblicos “para encontrar la voluntad de Dios”. La Biblia no es un libro mágico de adivinación. Hacer este tipo de cosas es superstición y menosprecio de la palabra.
Recordemos lo que acertadamente dice la Confesión de fe de Westminster I. V. “La autoridad de las Santas Escrituras, por la que ellas deben ser creídas y obedecidas, no depende del testimonio de ningún hombre o iglesia, sino exclusivamente del testimonio de Dios (quien en sí mismo es la verdad), el autor de ellas; y deben ser creídas, porque son la Palabra de Dios. (1).” 2 Pedro 1:19,21; 2 Timoteo 3:16; 1 Juan 5:9; 1 Tesal. 2:13.
¿QUÉ SÍ PODEMOS HACER EN ESTOS CASOS?
A. En primer lugar, esforzarnos en conocer a fondo la Palabra de Dios, que es nuestra guía de fe y conducta.
B.Orar y pedir la iluminación del Espíritu, rogando su sabiduría, porque sabemos que él nos oye.
C. Utilizar las capacidades de discernimiento y juicio para evaluar y considerar todos los aspectos involucrados en nuestras decisiones. Consultar con otras personas cuyo consejo nos ayudará a decidir.
D. Confiar en que aun cuando nos equivoquemos (¿quién no?), todo obra para nuestro bien. Nuestro Dios es misericordioso y usa también nuestros errores para que crezcamos y avancemos en sabiduría, prudencia y fe.
E. Confiar en Jehová. Él ha prometido guiarnos con su Espíritu. Podemos descansar en él.
CONCLUSIÓN
Demos gracias al Padre su dirección providencial. Agradezcamos al Espíritu el papel activo que desempeña en revelarnos la voluntad del mandato de Dios, en iluminarnos la mente y en provocar en nosotros el deseo de hacer su voluntad. Honremos al Hijo por la salvación buscando cada vez más su dirección y sigámosle en fe y obediencia.