¿Quién o qué es el Espíritu Santo? Necesitamos en primer lugar hacer las siguientes cuatro afirmaciones:
1. El Espíritu Santo es una Persona. Son muchos los grupos religiosos que niegan esta verdad y sólo le consideran como un poder o influencia, y sus acciones como metáforas o símbolos, lo cual desvirtúa el mensaje de la Biblia. La Biblia nos revela en diversas formas que el Espíritu es una persona al atribuirle mente, voluntad y emociones. Los objetos impersonales no tienen esas cualidades, pero el Espíritu de Dios sí las tiene
a) Mente. “porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios”. (I Co 2.10)
b) Voluntad. El Espíritu no permitió a Pablo y a Silas ir a Bitinia (Hch. 16.7). El Espíritu reparte dones a los cristianos “como Él quiere” (I Co 12.11)
c) Emociones.“Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios” (Ef. 4.30)
La Biblia también revela que el Espíritu es una persona al ponerle en contigüidad con otras personas: “bautizándoles en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” (Mt. 28.19). “porque ha parecido bien al Espíritu Santo y a nosotros . . .” (Hch. 15.28). Por ser una persona nos convence de pecado para guiarnos a Dios, mora en nosotros, ilumina nuestra mente para entender la Biblia, nos dirige al orar, llama a sus siervos en la iglesia.
2. El Espíritu Santo es una Persona Divina. El Espíritu no sólo es una persona, es una persona divina con todos los atributos de Dios. No es un ser creado, es Dios mismo. Tampoco es inferior al Padre o al Hijo. Veamos algunos de sus atributos:
a) Es omnipotente. En la creación (Gn. 1.2), en la providencia (Sal. 104.30), en la concepción de Jesús (Lc. 1.35), en la regeneración (Jn. 3.5), en dotar de dones a los hombres (I Co 12.11)
b) Es omnisciente. “¿Quién enseñó al Espíritu de Jehová, o le aconsejó enseñándole? ¿A quién pidió consejo para ser avisado? ¿Quién le enseñó el camino del juicio, o le enseñó ciencia, o le mostró la senda de la prudencia?” (Is.13,14) “ . . . el Espíritu todo lo escudriña” (I Co 2.10)
c) Es omnipresente.” ¿A dónde me iré de tu Espíritu? Y ¿a dónde huiré de tu presencia?” (Sal. 139.7)
d) Es eterno. “ . . . ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?” (Heb.14)
Finalmente, el Santo Espíritu está unido al Padre y al Hijo en la gran comisión (Mt. 28.19) y en la bendición apostólica (2 Co. 13.14). Porque el Espíritu es divino, puede llevar a cabo su obra en la creación, en la inspiración de la Escritura, en la iluminación de nuestras mentes, en la regeneración, en nuestra santificación. El Santo Espíritu es una Persona divina.
3. El Espíritu Santo es una Persona Divina distinta del Padre y del Hijo. Sabelio, presbítero romano (220 d.C.), sostuvo que hay un solo Dios manifestado como Padre en el AT, como Hijo en la encarnación y como Espíritu Santo en el Pentecostés, negando así la trinidad.
La Escritura señala claramente que hay tres Personas distintas en la trinidad y no simplemente manifestaciones diferentes del mismo Dios: El bautismo de Jesús (Mt. 3. 16 y 17). La promesa de Jesús de rogar al Padre para que envíe a otro Consolador (Jn. 14.16). Pedro declara en Pentecostés : “A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos.
Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís”.
Nuestro trino Dios se revela como un Padre que nos ama y cuida, un Hijo que trajo salvación e intercede por nosotros y un Espíritu Santo que mora dentro de nosotros y aplica la salvación a nuestra vida.
4. El Espíritu Santo procede de Padre y del Hijo. Cada una de las Personas tiene propiedades particulares y relaciones exclusivas con las otras. El Padre eternamente engendra al Hijo; el Hijo es eternamente engendrado por el Padre; el Santo Espíritu eternamente procede del Padre y del Hijo. Estas propiedades pertenecen a la eterna y necesaria existencia de Dios. No tienen principio y no tendrán final. El Credo de Atanasio correctamente dice: El Espíritu no fue hecho, ni creado, ni engendrado, sino que procede. Este verbo es el que usa Jesús cuando dice: “Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí. “(Jn. 15:26)
“El Hijo de Dios y el Espíritu existen, como el Padre, en sí mismos (autotheos). El Hijo y el Espíritu no deben su origen o su ser a Dios el Padre. Como el Padre, ellos son eternos y no-creados. La segunda persona de la Santa Trinidad es llamado el Hijo de Dios. Respecto de su personal calidad de hijo, Él es del Padre y en la Escritura se le designa como “el Unigénito Hijo” (Juan 3:16). Tocante a Su deidad, Él es Dios mismo. El Espíritu Santo es la tercera persona de la Trinidad. En cuanto a que es el Santo Espíritu, procede del Padre y del Hijo; en cuanto a que es Dios, Él es Dios en Sí mismo.
Las personas de Dios moran juntas entre sí . El Padre mora en el Hijo y en el Espíritu; el Hijo y el Espíritu residen en el Padre; el Espíritu y el Padre moran en el Hijo. La palabra técnica que usamos para designar esta mutua morada en Dios es circumincession. Las tres personas de la Trinidad se aman y deleitan entre sí. Cada persona conoce perfectamente a las otras dos. Cuando en la Escritura alguna de ellas se refiere a las demás lo hace con sumo honor, respeto y afecto. Por ejemplo, el Padre se refiere a Cristo con estas palabras: “Este es mi Hijo amado en el cual tengo complacencia.”(Mat. 3.17). Cristo dice: “Mi Padre mayor es que yo.” (Juan 14.28). Jesús dice que el Santo Espíritu “no hablará por su propia cuenta . . . El me glorificará.” (Juan 16:13-14)“ (Maurice Roberts – Los Misterios de Dios).
Debemos mostrarnos muy agradecidos por la revelación preciosa de la Persona del Espíritu Santo, nuestro gran Consolador.